miércoles, 30 de mayo de 2007

Los coristas: una propuesta para pensar la educación para la paz

Quisiera empezar este escrito diciendo que soy maestra y lo soy por convicción: creo que la educación tiene sentido, que transforma, en un sentido o en otro pero efectivamente transforma, de ahí su importancia crucial en cualquier sociedad. En ese orden de ideas, quiero hacer un breve comentario a propósito de la película Los Coristas, dirigida por Christophe Barratier, que con sencillez y sutileza presenta un escenario que bien podría llamarse de educación para la paz.

Ahora bien, no se trata de esa simplificada idea de paz, muy útil para adormecer el pensamiento, según la cual, la paz es un estado de felicidad total, de ausencia de conflicto, un asunto de “buenos” y “malos”, de armonía total. Se trata del reconocimiento de su complejidad en tanto la convivencia es entre seres humanos cuya naturaleza es compleja y cuya comprensión va más allá de románticas ideas de bondad innata que estamos por descubrir. Al contrario, una noción de paz más compleja, remite al reconocimiento de esa condición humana que se debate entre lo creativo y lo destructivo, en los extremos que Freud identificó como Eros y Thanatos.

De igual manera, una dicha noción, tendría que tener en cuenta que la construcción del sujeto se hace con y para otros sujetos, es en la relación con otro como es posible ser actor de la propia existencia. Es pues la vida social la instancia formativa por excelencia. Es esta perspectiva, que se plantea un análisis de la película los coristas en relación con aquello de educar para la paz.

Así, vale la pena observar las prácticas educativas que la escuela y el maestro ponen en obra en su quehacer cotidiano. La forma refleja unos principios que aluden a la noción de sujeto: mientras para el director los estudiantes no eran más que una caterva de inútiles, que debían ser sometidos al más ramplón conductismo mediante la acción-reacción, principio de la ciencia que trabaja con objetos; para el maestro de música, por el contrario, los estudiantes son sujetos: seres complejos, polifacéticos, con características cognitivas, emocionales, afectivas, de ahí que en lugar de objetos sometidos a la acción-reacción, modelo de relación planteado en el orfanato, su forma de enseñar se produce a la luz de la búsqueda de las potencialidades de cada estudiante, de su originalidad para aprender. El maestro no busca nada para sí mismo, o mejor puede identificarse en sus alumnos justamente porque puede aceptar su diferencia, por eso todos tienen un lugar en el coro, no hay marginales, no hay excluidos.

Éste es a mi modo de ver, un principio de educación para la paz ¿Cómo pedir a los marginados que no ataquen una sociedad que los ha puesto por fuera del juego? ¿Cómo pedir a los excluidos por su diferencia que no inventen mecanismos de agresión, que les puede significar la supervivencia, contra aquellos que los discriminan, los desconocen, los niegan en su humana condición?

Así, educar para la paz puede entenderse como la opción de una sociedad respetando, pero sobre todo, valorando la diferencia, lo cual se liga con otro aspecto que puede tener sentido: educar para la desobediencia. Desobediencia frente a dominación autoritaria que limita las posibilidades de una educación en lo racional y en lo emocional, desobediencia frente a los estereotipos que obnubilan la capacidad de analizar, de ir más allá de las apariencias y que ponen al servicio de intereses sombríos de diverso orden: estético, político, de género, etc.

Desobediencia frente a un uso estereotipado del lenguaje, según el cual se señala al otro como el enemigo a vencer, a arrasar a destruir, enemigo que con mucha frecuencia lo es de fuerzas extrañas que no desean detractores, críticos, contradictores, oponentes, o sencillamente desean mansos consumidores, a-críticos y manipulables, pero altamente rentables.

Ahora bien, las prácticas que pueden contribuir a ello, tienen que ver con el reconocimiento del otro como sujeto pensante, capaz de un uso riguroso de la razón y una educación de la emoción que parte del reconocimiento que partiendo del reconocimiento en el otro de la misma facultad, así como de las dimensiones humanas que trascienden lo meramente conductual, para descubrir los precipicios del inconciente, aunque no siempre resulten estéticamente atractivos o políticamente correctos.

Hay violencia también, cuando no se crean condiciones para la excelencia, cuando el sujeto es formado con poco rigor frente al patrimonio que la humanidad ha ido construyendo, consolidado en las artes, la literatura y las ciencias, pues se lo limita por lo bajo, así hay violencia estructural en la marcada diferencia en cuanto a la calidad de educación entre los sectores sociales.

Volviendo a la película, ¿qué hace a este hombre maestro para la paz? Su capacidad de ir más allá de sí mismo, su capacidad para anteponer a su propia frustración, el deseo de ayudar a crecer a otros: él es un compositor frustrado, pero, a diferencia del director, no requiere perpetuar esta condición en “el otro”, al contrario, en la medida en que se reconoce a sí mismo en los demás, puede apelar a sus aspectos creativos (Eros) trasgrediendo el narcisismo exacerbado.

Así, educar, educar verdaderamente, conlleva un acto de humildad, de grandeza, es ofrecer posibilidades a las nuevas generaciones de un futuro mejor al que nosotros mismos hemos tenido, educar es prolongarse en el otro pero no de manera narcisista, al contrario, reconociendo las propias limitaciones, así como ls potencialidades que encierra la condición humana.

Esa es la visión que en mi condición de maestra, tengo de la educación, esto supone un reto permanente en un quehacer que considero importante y más aún en este momento histórico.


Zoila Beatriz Ortiz

martes, 29 de mayo de 2007

Psicoanálisis: una postura ética. Documento de Gérard Pommier


El presente documento puede arrojar luces para comprender la vigencia del psicoanálisis en el mundo contemporáneo. El texto titulado En qué sentido el psicoanálisis es revolucionario, forma parte de una serie de conferencias dictadas por el Analista Pommier, en la ciudad de Bogotá. Dada la extensión del docuemento, la idea es irlo publicando por partes, he aquí la primera.


EN QUÉ SENTIDO EL PSICOANÁLISIS ES REVOLUCIONARIO[1] (Parte 1)

Gérard Pommier


Tomado del libro: En qué Sentido El Psicoanálisis es Revolucionario. Conferencias de Gérard Pommier en Bogotá. Organizadas y transcritas por la Asociación Lacaniana de Analistas de Bogotá ALDABON. Ediciones Aldabón, Santafé de Bogotá, Colombia: abril de 1997

El título de esta conferencia, En qué sentido el psico­análisis es revolucionario, no es un título para nada evidente porque lo que se piensa generalmente es que el análisis concierne solamente a un lazo pri­vado, digamos, de un sujeto con su propio deseo, de un sujeto consigo mismo en cierta manera, y en este sentido, no parece evidente hablar de algo especialmente revolucionario en el análisis en la medida en que el término revolucionario significa algo que concierne a la sociedad entera, al lazo so­cial, al público en oposición al privado. Así, re­sulta siendo un título un tanto provocador en su primera enunciación, no solamente en el plano de las ideas sino también en un plano práctico por­ que hace más o menos cien años que existe el aná­lisis, lo cual es muy poco en el terreno de las ideas, digamos. Y durante esos cien años, en la historia misma no hay evidencia alguna de que el psicoa­nálisis fuese, de manera alguna revolucionario. Por un lado, el análisis fue tomado por el lado de la Internacional, por los médicos americanos, como un tipo de ortopedia, de adaptación de los sujetos al capitalismo y en este sentido parece que el sueño de Freud, quien había pensado importar la peste a los Estados Unidos, parece haber fraca­sado totalmente porque el análisis aparece en los Estados Unidos mismos como una empresa de adaptación psicológica al capitalismo; eso por una parte. Por la otra parte, es decir, del lado del mar­xismo oficial, tal cual ha existido desde los años 30, digamos, lo que ha ocurrido es un rechazo del análisis como reaccionario y no como revolucio­nario. Así, parece que en la historia misma este título no corresponde a lo que ha ocurrido. Althusser y otros filósofos y psicoanalistas franceses han hecho una crítica a esta posición del mar­xismo oficial, al decir que el marxismo oficial ha tomado la presentación del análisis hecha por la Internacional, por el análisis mismo; han tomado la resistencia al análisis como si fuera el análisis. Y es por esta razón que el marxismo oficial ha to­mado esta posición frente al psicoanálisis. Enton­ces este título no tiene nada evidente.

¿Cómo voy a abordarlo? Hace poco dije que el análisis existe hace sólo cien años, lo cual es poco en la historia de las ideas, porque esta idea tan nueva va radicalmente en contra de todo el pensa­miento clásico, todo el pensamiento de la filoso­fía, de la historia de las ideas, donde un descubri­miento tan sorprendente como el inconsciente va en contra de la creencia filosófica en una concien­cia del ser humano, de sí mismo y de su posición en el universo. A pesar de su poco tiempo de exis­tencia, el análisis ha venido creciendo, tiene cien años, y lo que ha caracterizado este crecimiento es una resistencia constante; resistencia constante al psicoanálisis que no es una resistencia casual, oca­sional, de poco tiempo, de vez en cuando, sino una resistencia constante, muy fuerte en el lazo social; nunca el análisis fue reconocido como algo que no fuese a provocar un conflicto.
Entonces, para empezar, hay algo que permite pensar que el psicoanálisis tiene un papel revolu­cionario, que son las fuerzas de las resistencias mismas. Todos los años se inventan nuevos trucos para decir que la invención de Freud es algo que no tiene importancia alguna. Eso no le impide cre­cer al análisis pero todos los años se ven esas resis­tencias, y es con esas resistencias que se puede pen­sar que el análisis tiene un papel revolucionario, pero, y es esto lo que voy a intentar desarrollar, ¿en qué sentido es revolucionario?
Primero, se puede pensar que en los tiempos de Freud las resistencias eran comprensibles en la medida en que Freud hablaba de la sexualidad, y se puede creer que es porque en la sociedad de su ciudad de la época, que era una época un poco pú­dica, digamos, había una dificultad para hablar de la sexualidad, particularmente de la sexualidad in­fantil, y fue en este sentido que aparecieron resis­tencias al descubrimiento de Freud. Pero, ¿y ahora? Ahora, cien años después, la sexualidad no tiene ya nada de chocante, y no se ve por qué de­ben tener lugar resistencias al análisis si el descu­brimiento de Freud era algo que sólo tenía que ver con la sexualidad, la infantil más precisamente, y con el traumatismo sexual. Ahora la sexualidad es un objeto comercial y no tiene nada que ver con algo chocante. Eso permite pensar que no es por­que Freud haya ha6lado de sexualidad, no es por razón de su pansexualismo, es decir, el hecho de ver algo sexual en todas las motivaciones del hom­bre, que se han provocado las resistencias.
Entonces la cuestión está intacta. ¿Qué es lo que viene a provocar las resistencias al análisis si no es este contenido sexual en sí mismo? Freud, su des­cubrimiento, tiene algo de insoportable, no por la motivación sexual de varios actos humanos que él descubrió, sino en el sentido en que el hombre, con el descubrimiento de Freud, debe tener en cuenta que él es responsable de su propio deseo, que su deseo conlleva algo de su culpabilidad que tiene que ver con su sexualidad. No es la sexuali­dad en sí misma lo insoportable, sino el hecho de que esta sexualidad tiene en sí misma un papel transgresor, una necesidad de culpa, y que el des­cubrimiento de Freud consiste en permitirle al hombre ver que su deseo lo hace culpable, respon­sable de sus actos. Es por eso que Freud es insoportable. Es en la medida en que con esta dimen­sión del deseo sexual, el hombre pierde su inocen­cia. Fin de la parte 1

[1] Conferencia pronunciada en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, Santafé de Bogotá, el día 14 de mayo de 1996

lunes, 28 de mayo de 2007

Televisión para no pensar

En los tiempos actuales donde el pensamiento parece verse cada vez más arrinconado desde todos los flancos, cobra sentido el psicoanálisis ,no solo como una critica de la cultura, sino como una opción terapeúticade enorme vlaidez.

Una de las más claras evidencias, o mejor síntomas del ataque al pensamiento, se puede observar en los medios, cuya propuesta central se construye a partir de la exaltación de lo grotesco, lo superficial, el ardid, el engaño, como una caracterísitica que merece tener reconocimiento social y casi que se propone como un modelo posible de relación social. Uno de estos programas es El Jugador, en el que no gana quien tenga más conocimiento sino quien se muestre más audaz en el arte de fingir, en el que además hay una permanente agresión verbal entre los participantes, insultos, burlas y comentarios de pésimo gusto, que distan mucho de ser una propuesta enriquecedora en algún sentido.

Pero la razón de ser este tipo de programa es sencilla, casi primitiva: ESTOS PROGRAMAS VENDEN y eso es lo único que importa, generan enormes ingresos económicos a un reducido grupo, en sociedades que, como la nuestra, se debate entre la violencia y la miseria, en busca de de soluciones mesíanicas, fáciles y poco exigentes que no hacen más que recrear aquella antigua imagen de la serpiente que se muerde la cola, construyendo sociedades en las que cada vez es más lejana la recreación creativa de la existencia y más fuerte el influjo de las pasiones destructivas que pretendemos ocultar bajo el manto de la euforía permante, del embotamiento del pensamiento que este tipo de programas y gran parte de la estructura de los medios de comunicación, generan en unos ciudadanos cada vez más ajenos al pensamiento y al análisis de su entorno.
En este sentido, vale plantearse algunas consideraciones a partir de la teoría psicoanalítica que nos permita examinar este estado de cosas. La idea es que de manera progresiva, iré intentando construir algunas reflexiones que aporten elementos para la reflexión en el presente blog, por ahora, me limito a exponer consideraciones muy generales y discutibles al respecto.